(Estando de espaldas en la cafetería del tren, alguien me
sorprende dándome un golpecito por la espalda)
ANDREA: Hola María, ¡cuanto tiempo!
MARÍA: ¡No me esperaba verte por aquí! Hace que no se
de ti unos dos años
ANDREA: ¡Es cierto! Desde aquellas vacaciones en
Cádiz…
MARÍA: Bueno y, ¿qué tal estás? ¿Qué tal te va todo?
ANDREA: Creo que hay muchas cosas que contar, ¿por
qué no nos sentamos en una mesa y nos tomamos algo mientras nos ponemos al día?
MARÍA: Si, me parece bien, nos espera un buen camino
hasta llegar a Barcelona, que por cierto, también me tienes que contar que
haces en esa dirección cuando tú vives en el norte.
ANDREA: Eso es parte de lo que te tengo que contar,
¡tomemos asiento!
MARÍA: Empieza
a contarme ya, que me tienes muy intrigada.
ANDREA: ¿Te acuerdas que yo jugaba al tenis?
MARÍA: Claro que me acuerdo, de hecho en las últimas
vacaciones que estuvimos juntas echamos un partido, y no veas la paliza que me
diste.
ANDREA: Pues en una competición que hicimos a
principios de año, vino un ojeador, y me ficharon para entrenar en un centro de
alto rendimiento.
MARÍA: ¡Que me dices! ¿En serio? Cuanto me alegro por
ti…
ANDREA: Aunque al principio tuve muchos problemas con
mis padres, porque no querían que fuera.
MARÍA: ¿Por qué?
ANDREA: Porque tenían miedo de que dejara mis
estudios por estar todo el día entrenando, y creían que iba a ser muy duro para
mi. Pero los entrenadores, aseguraron que iba a estar todo en orden. Y la
verdad es que a salido todo bien, puedo estudiar, a la vez que entrenar, y
aunque creas que no, también tengo mis ratos libres.
MARÍA: Que bien que al final tus padres entraran en
razón, porque una oportunidad así no hay que dejarla pasar.
ANDREA: ¿Y tú? ¿Qué es de tu vida? Que me he puesto
aquí a hablar, y no me has contado nada.
MARÍA: Yo como siempre en el instituto, con mis
clases de inglés, ¡ah! Y este verano me voy de intercambio a Inglaterra.
ANDREA: ¡Muy bien! ¿Y qué hacías en Madrid?
MARÍA: He venido a hacer una visita a mi tía, que
estaba un poco mala, ya que tenía unos días de puente allí.
ANDREA: Te noto un poco rara conmigo, ¿te pasa algo?
MARÍA: No, en absoluto, lo único que se me hace raro
que ahora estés viviendo en Barcelona y ni siquiera me hayas echo una llamada
para decirme que vives aquí…
Andrea: Sabía que era algo de eso. Pues mira lo
siento mucho, sinceramente se me paso, y perdí tu número… suena a excusa, pero
es la verdad. Prometo que ahora que nos hemos vuelto a encontrar te llamare
para que quedemos más a menudo.
MARÍA: Eso espero, porque eramos muy buenas amigas, y
lo hecho de menos.
ANDREA: Aún nos queda un buen camino, ¿podíamos ver
la película que ponen en el tren?
MARÍA: ¡Claro que si! Así se nos pasará más rápido el
viaje…
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