lunes, 4 de marzo de 2013

Todo buen relato tiene título

Era domingo, y como de costumbre a las 7:30 sonó el despertador para ir al colegio.
Me levanté de la cama y fui a vestirme, me dirigí a desayunar, cogí la mochila y bajé a la parada del autobús escolar, pensando que iba a ser un día como otro cualquiera...
Llegué al patio y en nuestra fila de entrada había un chico que nunca había visto antes, pensé que se habría equivocado y no presté mucha atención.
Una vez que entramos en clase ví como el mismo niño de la fila estaba de pie, al lado de la pizarra. Cuando entró la profesora nos lo presentó y nos dijo que por motivos de trabajo de su padre se ha cambiado de ciudad.
A la hora del recreo salimos como de usanza a comernos el zumo y luego jugar como siempre, Javier (que era el chico nuevo) estaba solo, asique me acerque para que se viniera a jugar con nosotros. La verdad que desde el principio congenió muy bien con todos, por lo que Sara le invitó a su cumpleaños que era esa misma tarde.
Después de clase nos dirigimos al cumpleaños que era en su casa.
Estando allí se gastaron las bebidas y la madre de Sara nos mandó a Javier y a mi bajar a por más, ya que justo debajo había una tienda de ultramarinos. Una vez abajo, en la tienda, vi como Javier, se guardaba bolsas y chucherias en los bolsillos, yo le dije que se cortara un poco, pero no me hizo caso; pagamos las bebidas y al salir la dependienta vino hacia nosotros y nos paró...